miércoles, 25 de febrero de 2009

ya no queda nada!




No queda nada de tiempo!!

Aparcó en un hábil derrape, en una esquina que habían dejado allí para nosotras, para el plan de nuestra noche. Estratégicamente se situaba el huequito a pocos pasos de la puerta de un suburbio, que yo sentí deprimente y opaco de humo de tabaco... Ella se dijo que, como todo en esa noche ,era suyo.
Pusieron una canción que las dos noS sabíamos
Nos pedimos un algo con noseque, y echamos un vistazo al ambiente.
Yo empece a mover los labios y a evadirme, deje de ver a los borrachos y a las chicas con microfaldas que se exibian orgullosas…
Todo esto duro lo que dura la canción, en la siguiente, un ritmo demoniaco terminó con los nervios de un gigante que se apoyaba sobre la barra, el hombre , que estaba concentrado en el sorber de un whisky, recibió un empujon que su soberbia no pudo ignorar.
Pobre criaturilla, me dije , al observar al muchacho de apenas tres metros de altura que le había empujado, lucía una camiseta de tirantes que dejaba ver los bultos de sus brazos, redondos y duros como pelotas de fútbol. Tenía la mirada desafiante, pero estaba muerto, lo supe enseguida.
El coloso del whisky dejo revolotear sus ojos por las cuencas, hicieron un movimiento loco que no seguía el ritmo de la canción, pero como elemento expresivo cumplia su función: había perdido los nervios.
Incoscientemente las gentes del local se apechugaron en una esquina , con buena visibilidad y una imaginaria seguridad, que los apartaba un poco de la escena.
Yo sentí presión en el pecho derecho y me percaté de que me lo estaba aplastando un borracho, quise pensar bien, tragué saliva, y bloqueé la percepcion de esa parte del cuerpo.
Volvi a mirar la escena , mi amiga había cerrado la boca, el coloso había cerrado el puño,el de tres metros había cerrado los ojos, buen istinto.
Volaron tres dientes, eso es suerte, un buen gancho.
El personal de limpieza hizo como que limpiaba la sangre, el personal de seguridad los mando a seguir afuera, alla se matarían, nunca lo supimos, seguimos a lo nuestro enseguida, yo me guarde un diente , y lo puse debajo de la almohada, después de limpiarlo bien.
Esa noche paso bien
Al despertarme encontré un broche debajo de la almohada, no es por quejarme , ya se que no estoy en edad y que ese diente no me correspondía, pero el Señorito Perez cada vez se pone mas escueto, tiempos de crisis, le escusé.
Amanecí, la divise sonriendo con lo puesto por la puerta del balcón, el pelo al viento.
Giré la vista hacia otro lado, que tiene un ojo vizco, y no me gusta esta gente, como los señores con bigote, algo ocultan.

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